lunes, 24 de marzo de 2008

ovejita, ovejita, ¿ovejita?... ¿OVEJITA?.




Me muero de sueño, pero no puedo dormir.

Esta sí es una sensación extraña. Uno se siente como en una nube, y oyes las palabras, los sonidos, las canciones, como lejanas, como ajenas. Number nine, number nine, number nine.

Gracias a mi trabajo no he dormido mucho. Ahora pago las consecuencias. He cabeceado todo el día: en el bus, frente al teclado de mi compu, mientras oía una conferencia. El café ayuda, pero a la sexta taza de americano empiezas a ver visiones, así que no recomiendo este método. Contar ovejitas, leche con chocolate, almohadas nuevas, plumones. La lluvia afuera y tu entre las cobijas... Suena lindísimo, pero cuando trato de cerrar los ojos me convierto en un búho. He leído la bola estos días.

Escurridizo Morfeo.

No se asusten, por favor, solo estoy pasando por una etapa de mucho trabajo y poco sueño. Pasará. No, aún no oigo voces. Nop, ninguna iluminación. La gente invisible sigue siendo invisible y los sapos no hablan en las escaleras. Tooooodo bien.

Dormir es algo tan extraño ¿se han preguntado sobre qué mismo es dormir? No sé, uno se apaga como celular descargado y de repente andas en otra dimensión, soñando con los pitufos, tus fantasías freudianas, tus vidas pasadas y las preguntas del examen (tengo una pana quien resolvía en sueños los problemas de Física que no podía resolver despierta). Sueñas y sueñas, respiras, recuperas fuerzas. Pasamos la mitad de la vida durmiendo, y vivimos tanto en sueños como despiertos.


En mis locas clases de literatura griega de la U, me mandaron a leer Memorias de Adriano. Aunque Hollywood y sus guionistas empezaron la cruzada de arruinarlo en una película, este libro es uno de mis favoritos. Una parte genial justamente habla de los sueños: Adriano decía que lo que le interesaba del misterio del sueño era el riesgo de la persona que soñaba, solitaria e indefensa, en un mundo de cambios, colores, ritmos y respiración diferente. "Lo que me tranquiliza acerca del sueño, es que nosotros logramos salir de él intactos, pues una misteriosa ley nos evita traer con nosotros, en su forma verdadera, los restos de nuestros sueños. Lo que también me tranquiliza es que dormir nos sana de la fatiga, pero lo hace de manera tan radical que cesamos temporalmente de existir".


Gente, ésa es una definición con clase.


¿Hay cosa más bacán que dormir cuando estás muy cansado? Uno duerme y parece que sacas fuerzas de la tierra, como si tu cama fuera el planeta... ¿tal vez es así, no es cierto?

No puedo dormir, y me muero del sueño. Agotamiento e insomnio ¿qué se hace ante semejante contradicción? jelp.

viernes, 14 de marzo de 2008

Cuando el tipo del escritorio arruina tu día



¡Qué cosas! Este será un post bastante largo.
Ya sé que voy a sonar como el pitufo gruñón, pero es que la estupidez humana no tiene límites. El ingenio puede tenerlo, si solo utilizamos el 10 por ciento de las neuronas, pero parece que el resto del cerebro se ha concentrado en llevar a la boludez a convertirse en el deporte mundial más aclamado. Tengo iras.
Verán, el lunes me fui a retirar unos libros que mi ñaño el Ludo me mandó de las Iberias. Hasta ahí todo bien, todo normal, todo tranqui, flores, pajaritos y la mamá de Bambi aún está viva. Ustedes saben.
Bueno, la cosa es que me fui a ver mi paquete de books. El papel de retiro (dejado en mi casa por debajo de la puerta de la rampa del carro, por lo que mi perro lo mordisqueó un poco) decía que la oficina de correos abría desde las 12h00 a las 13h00. La cosa es que llegué a la oficina a las 12h10 y fui a la ventanilla a pagar un dólar por algo de lo cual no estoy muy segura (¿servicio? ¿el privilegio de estar parada veinte minutos observando el póster de “el valor de una sonrisa” de la ventanilla?). Esperé, esperé… y el ciudadano cobrador salio a las 12h25. La transacción duró hasta las 12h37.
Y el señor me dice que no, que no puedo retirar el paquete, porque la gente del otro departamento se va a comer a las 12h30.
En el papel decía que abrían hasta las 13h00. Recuérdenlo. Yo soy una persona paciente, creo en la no violencia, y me gustan mucho los Beatles, así que fui a conversar con la persona de ése otro departamento. Pues resulta que sí, que se iban a comer a esa hora, y que regresaban a las dos por algún arreglo interno que no alcancé a oír. Fresco, no tengo problema, el almuerzo es una de esas comidas sagradas, pero señores, vamos, si me dicen que abren hasta las 13h00 ¡CÚMPLANLO, BALROGS! Algunos tuvimos que hacer malabares para poder realizar el trámite.
Después de declarar lo precedente a la dama en cuestión, me fui a comer. Todo bien, regresé con mi recibo a las 14h00… y esperé… y esperé… hasta las 14h15. Ahí abrieron, frente a la muchedumbre que pugnaba por recuperar su envío. Tuve suerte. Me llamaron primera. Nuevamente el mundo tiene sentido para mí. Ilusa.
Porque cuando llegué a donde estaban los paquetes había un Krakatoa de cajas y bolsas en desorden, por lo que se dedicaron a buscar mis libros durante unos quince minutos. Al fin apareció (¡albricias!), pero se limitaron a abrirlo, revisar el contenido y mandarme a hacer cola otra vez, pues resulta que se tiene que pagar un impuesto (justo), pero en una oficina de un banco que está como a siete cuadras (¡rebalrogs). La cola solo era para pedir el recibo de pago. Cabe anotar que el caballero que revisó mi caja de libros puso en su informe “declara ropa” (¿?). Digo, podría vestirme con las páginas de Paul Auster sin problemas, pero creo que eso provocaría cierta conmoción en el público.
En ese momento el Zen empezó a fallar y la mamá de Bambi recibió los disparos mortales, y yo empecé a putear entre dientes, pero fui a pagar al Banco (14h45), y tomé un taxi… para luego tener que esperar unos diez minutos con el fin de que me arrebataran el recibo del Banco, vieran mi cédula, y luego me entregaran los pobres libros del Ludo, que pasaron también las de Caín. Eso fue a las 15h10 en punto. Tiempo para recoger un paquete en la sagrada city: 2 horas y cuarenta minutos.
Miedo, terror, destrucción de los pueblos.
Tal vez no me debería quejar, pero entonces, si no nos quejamos, pues las cosas van a seguir así. La cuestión era la más fácil del mundo, pero hubo una cadena de seres humanos que evitó el proceso. Grr...
Claro, también hay cosas que hablan de una estupidez mayor, teñida de maldad, como la del “tipo que mató al perro” (un “artista” que no merece ni acercarse a diez metros de la palabra artista), quien decidió que dejar morir a un perro de hambre en una galería era equivalente a un Warhol. Mi ñaño posteó también sobre el asunto, y vale la pena recordar el hecho, pero no recordar el nombre del infeliz aspirante a hombre de artes. Ese sí es un ejemplo de imbecilidad humana, y pone en perspectiva las desgracias de cualquiera. Jake, me pasó el dato nuevamente, y sí, es importante quejarse, y decir no a ese tipo de cosas. Acá, una campaña contra el tipejo.
Sé que las próximas semanas serán mejores (tienen que serlo), así que me voy más calmada el día de hoy, es viernes después de todo. Además, dejando a un lado la experiencia burocrática, GRACIAS LUDO POR LOS LIBROS, y que te vaya bien en tu viaje a Santiago, no escapes a otra dimensión, cuídate mucho.
En fin, son los altos y bajos de la vida. Nunca más cierto un c´est la vie.

viernes, 7 de marzo de 2008

Bloggers night fever


Oigan, ¿no han tenido días en los que están tan cansados que les duelen todas las articulaciones y el mero hecho de mover los dedos se transforma en dolor?
Today is the day.
Ha sido una semana difícil. Comencé a trabajar tiempo completo (más beneficios, ¡ujú!, más trabajo… no tan úju). Bueno, así que entre la oficina, el teléfono y las notas burocráticas la cosa ha estado complicada. Y me estoy llevando güork a la casa… re balrogs.

Actualmente, estoy bebiendo té verde, ponderando mi destino y soñando con la posibilidad de encontrar un mecenas. Aparte, mi tesis está que me hace ojitos. No se preocupen, yo no me voy con cualquiera, así que le estoy dando calabazas.

El anterior fin de semana fue otra cosa muuuuy distinta: tuvimos una mini bloggers night improvisada con pame, schwa, el señor de la colada violeta, el monkyman, un black cat in Quito (mes chers amis) y su servidora. A estos seres se sumaron una joven japonesa, y la siempre bien ponderada Madre Teresa (cuyo distinguido perfil está en la foto del actual post, cortesía de What Planet is this). Ni rastro de Travolta.

La reunión se realizó en un café de la Quito City, con lindas mesas de madera, camareros que nos miraban con sospecha (y... siempre pasa), servilletas con los colores de la Patria de Todos, y ventanas que eran vitrinas humana, pues a través de ellas los paseantes podían observar a la comparsa bloguera mencionada. Nosotros, en cambio, nos dedicamos a asustar a los ciudadanos con miradas láser, morisquetas y el tradicional espectáculo de strip tease (el cual nunca llegó a concretarse de verdad… mmmm).

La comida fue excelente. Empanadas de morocho, tortitas de maíz, pastel de chocolate, humitas, mini sánduches de pernil, los cuales ostentaban aceitunas que se desvanecían en el aire mágicamente (¡promesa!). A esto se añadieron el jugo de guanábana (con repituche), un jugo de frutilla, el clásico cafecito negro, un vino hervido para levantar cadáveres y un canelazo bastante peligroso. (Quiero….comeer….).

Gran bloggers night no planeada, en la que se recordaron el Humahuaqueño, los orígenes de los respectivos blogs de cada uno, la esquizofrenia de los profesores universitarios, los sabios consejos de la Madre Teresa (infinita experiencia de vida en una humilde figura), libros, películas y la existencia, hábitat, y costumbres de la especie emo. La velada terminó con la lluvia de la noche quiteña y unas cervezas.
Buenos Tiempos.

Estos dos días el asunto cambió por completo: trabajo de oficina en casa, no alcancé a actualizar rápido el blog, no pude ir al sacrificio bloguero donde Carlos (aún me siento como suela de zapato :( ), y estoy de mal genio por todo, pero debo decirles que lo de la anterior semana resultó una pastilla para todos estos males, otra memoria para poner al hilo de los buenos recuerdos. Un buen collar para atesorar, ¿verdá?
Sino, pregúntenle a la Madre Teresa.