jueves, 8 de octubre de 2009

Butterflies Instead



Tengo ganas de escribir impulsivamente. Ya saben, listas de palabras, puras burradas o blasfemias y maldiciones varias.

El mundo es un sitio que no entiendo, es un lugar que debería ser declarado manicomio total, mientras que los siquiátricos deberían ser los únicos sitios "sanos". Son los únicos que reconocen lo que pasa, los que ven la realidad tal y como es.

En la peli "Mi vida sin mí", la prota sale en un centro comercial, y se pregunta por qué adornamos y compramos y vemos y creamos pura basura plástica. La respuesta es que lo hacemos para maquillar la realidad, para no ver la dureza de la vida y para olvidar la muerte.

¿Será? ¿Qué dicen Internet?

Are you there?

Is someone there?

O tal vez hoy en día solo estamos agarrados a nuestras computadoras como una forma de no estar tan abandonados. Igualmente, maquillaríamos la realidad y olvidaríamos la la muerte.

Grupos de Jpop, comida rápida, txakolis, libros de Murakami, Susan Sontag y el vacío de la fotografía, películas y hamburguesas. Carne y ensalada. Agujetas de zapatos, dolor de ojo, contactos, miedo, médicos, azul y al fondo del tren, el trabajo los hará libres.

Así es el fluir de las cosas, de la Historia: una maraña que no entendemos y a la que tememos. ¿Donde está Dorothy y el Camino amarillo?


Solo la belleza redime. El resplandor de la Hierba woodsworthsiano, esos seres (contados con las manos) que brillan mientras caminan por la calle. Un diseño, el cielo azul, los árboles. Eso es lo único, el mundo es muy hermoso. Suena tonto, pero es así. La existencia del mundo... no lo sé ¿Alguien puede saberlo?

La última pregunta:

Are you there? Vous etes ici? Where? Doko desu ka? Voi siete qui? Andan por estos rumbos?

¿Hay algo real?

Todo sería tan simple si el planeta fuera mi lecho, y si el cielo fuera el techo. Si el amor fuera de verdad incondicional y si el tiempo no tuviera nociones humanas. Si fuera verano y fuera niña. Si tanta mala leche se hubiera ido por el caño.

Butterflies Instead... sí... qué buena canción.

viernes, 2 de octubre de 2009

Conversando con el Freud que tengo aquí... cerquita del páncreas.




Mi querido señor Freud,

Ayer soñé que me rodeaban un grupo de niñas en vestidos verdes, rosados y amarillos. Como un comercial malo de ese shampoo que dícese ser solo para enanos. You know which one.
Luego me desperté y soñé que me vi dormida. Yo movía entonces mi "mano" y mi mano (la de verdá, verdá) no se movía. "Claro", dijo la Gilda el sueño, "probablemente es por el círculo".
Me desperté. Ahora sí, de verdá verdá.

Mi pana Sigmund, seguro que esta es una de las razones por las cuales necesito terapia ¿no es así?.

Siempre digo en esta cosa blog (sí, ya sé, esa verbalización de mi incipiente esquizofrenia) que soy un extraño ser. Cada día estoy más convencida de ello, por cierto.

Ya, ya... lo sé compi loquero famoso. Todos tenemos pequeñas manías y rarezas, esos detallitos molestosos a los que uno quiere sacarles la lengua. El tipo que no te mira a los ojos cuando estás hablando, el amargado en el cual la ley de Murphy es más bien un teorema indiscutible, el guardia de seguridad que se cree reencarnación del Ranger de Texas, cuando en realidad es Sledge Hammer. El caballero misógino/misántropo/mipuntossuspensivos cuyos comentarios rozan las páginas de Mein Kampf. Vieras, mi pana, todas esas estrellas del jolivú. ¿Cuál Hollywood? Se dice JOLIVÚ Herr Froid. Sip.. FROID. Así... no, tranquilo, no dije Frodo. Froid, Froid. Tu tranqui.

En todo caso, mi buen Freud (viste, soy buena y te llamo como quieres) yo no me puedo desligar de semejante hecho. Ser molestos para alguien es una de las condiciones de la raza humana. Desde Bush hasta la Madre Teresa, todos tenemos un cachito de parte amarga que la gente quisiera escupir. Como el regaliz o el café pasado.

¿O será que me paso analizando demasiado las cosas? ¿Será que me fijo demasiado en el afuera, pero lo que descuartizo, más que vivirlo? (No me mires así, Sigmund).

Últimamente creo que me paseo mucho en el armario narniano que es mi cabeza (y me disculpo por usar una metáfora proveniente de uno de mis libros favoritos, arruinado por Jolivú). Estos días me siento una cámara de vídeo, o mejor, una de esa máquinas de polaroids. Luego... mis sueños extraños. Joer.

Me dices que no soy material de Girl, Interrupted. Estoy conciente que tampoco tengo el glam de Jack Nicholson, aunque puedo hacer muy buenas imitaciones de su face. No obstante, creo que ahora sí (y ya lo dije antes) tengo que empezar a ponerme en orden. No voy a terminar con la fauna y flora de mi lóbulo frontal, hipotálamo y companía (NEVER), solo voy a tratar de tomarme con más calma la estratósfera que me rodea y a todos sus felices e infelices seres. ¿Que dices, Sig?

No sé si deje de soñar cosas tan raras. Eso sí, supongo que yendo con calma, bebiendo agua, respirando y poniendo todo en perspectiva (agréguese un poco de sal y práctica), yo pueda caminar más ligera, sin zapatos. En un sitio fresco. Verde. Azul. Amarillo. Saltando piedras por ahí.

Sé que todos tienen en su cámara interna un sitio así. ¿Verdad Froidito?

Bueno, ya no te enojes. No te vuelvo a decir así. Tengo que ir a desayunar. Suerte con la interpretación de los sueños. Pórtate bien. Regards a la libido.
Danke
G.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Houston, tenemos un problema..

Hola guaguas
Niños y niñas (uso lenguaje incluyente, vieron vieron). Internet en general, madres y padres de familia, solteros y solteras, gays/straight/nosabenocontesta, criaturas interdimensional, uni, bi y tridimensionales, conjuntos y agrupaciones, madres y padres solteros con y sin hijos. Vía láctea y plancton genérico...
De mis consideraciones.

No estoy muy orgullosa de mi intento posmoderno de poema posmoderno. No sé. Apareció de la nada o tal vez de una patata mal digerida, como alguna vez dijo nuestro gran amigo Ebenezer Scrooge. Su servidora carece de justificativo, excepto del simple hecho de que quería intentarlo. Vaya usted a saber.

Pero la cosa, cosita, es que tenemos un problema.

Estoy más extraña que de costumbre. Digo, nunca he sido una ciudadana demasiado apegada a ese bicho que se llama normalidad. No obstante, últimamente ando en un extraño limbo. Verán, debo regresar al UIO pronto, y hay una parte de mí que se hace pipí del susto solo con escucharlo. Además del hecho del bajo control de esfínteres (sniff... sniff...) que semejante hecho provoca, tengo una tesina que está fuera de control y que se escribe sin que yo entienda muy bien qué está pasando. Tengo 26 páginas de nonsense sobre Relaciones Internacionales y tengo que llegar a 50.

No contemos con el hecho de que necesito hacerme continuamente ctrl alt supr cada dos por tres porque me quedo fascinada con una manzana, el paisaje, una cosa que leo en Internet. El hecho de que esté leyendo Amélie Nothomb no ayuda demasiado. Esa es la situación. No estoy acá acá, sino que ando muy ACÁ: o sea, en mi cabezota.
Y mi cabeza parece una película en blanco y negro. De esas en las que la gente anda manejando el coche y atrás aparece una calle que se repite una y otra y otra vez. A nadie le importa, porque Humprey Bogart le está diciendo cosas bonitas a Audrey Hepburn. La vie en Rose.

Sí, así está mi cabeza.

No he olvidado el blog, tampoco lo he abandonado. Tengo que poner orden en mi cerebro y le puse Racumín al perro negro, pero está rondando. Supongo que tengo que dejar las cosas bien organizadas y ver al frente sin tantas ñáñaras. ¡Ayúdanos Papá Pitufo!

En fin, vuelvo a Darfur, Israel y la religión en las Relaciones Internacionales. Si alguien tien alguna sugerencia, comentario, tomatazo, apoyo moral o prozac en forma de palabras, por favor, dirigirse a la sucursal "comentarios" acá abajito.
Venga tíos, agur. Papas Fritas para todos. Glam Charm y Porn y todas esas cosas que vienen en paquetitos de a tres, con celofán y que se comen con pimientos dulces.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Those damned Panda snippers never learn...




1984
El gran hermano te vigila.
Cuidado con comer demasiado.
Cuidado con andar por las calles diciendo lo que piensas.
Tengo miedo de quedarme sola y/o solo ¿no es así?
Cuidado con los grandes estadios llenos, cuando el ojo de Saurón te mira directo.
El tercer ojo ya no funciona como antes.
Quedito, quedito... Muy quedito.

Those damned Panda snippers never learn.

No subas más kilogramos.
No te quedes sin carrera, porque si no ¿qué vas a hacer de tu vida?
No dejes de comprarlo, porque si no ¿quién chucha vas a ser?
Dile que sí a la camiseta rayada, dile que sí a la boina. Rojo, verde, estrella.
Porque si no ¿quién te va a temer?
Si no te temen, no eres nadie. Nadie dentro del estadio y la multitud.
Solitico, no eres nadie, ¿no es así?
Cágate de risa, tomate tu cerveza, aunque por dentro solo quieras acurrucarte y dormir. De lo contrario, atente a las consecuencias.

Those damned Panda snippers, never learn.

El viento vive en catatonia, estos días.
Vive en jaulas de plástico para el microondas.
El lager anda por ahí, disfrazado de Nike y supermercado.
¿Esto es un hombre?
O nos venden el gulag con cara de derechos y Estado.

Those damned Panda snippers never learn...

Así que anda despacio, mira por las rendijas, si quieres.
Es tu derecho.
Pero podrías andar con caramelos de colores en los bolsillos.
Llevar una cometa en la cartera.
Dibujar pájaros en los árboles, porque esos no están prohibidos.
Luego nos podemos juntar todos. Cagarnos de risa frente a tanta mentira.
Soltar las cometas, comer los caramelos, leer libros, pensar, estar, mirar, sentir, decir, cuestionar.

Pero tenemos que andar con cuidado con los sabios, con los discursos, con los de las cuentas, con los de los libracos cánones. Sé que ya no parecen tan importantes. Solo son juguetes, producto de un dibujo animado. Francotiradores vestidos de ideología y/sin/con mercado. Tan ridículos como si estuvieran disfrazados de Pandas.

Eso sí, activa el tercer ojo. Ya sabes...


Those damned panda snippers never learn.

martes, 18 de agosto de 2009

Fuegos de artificio


Las luciérnagas solo viven siete días.
En algún lado leí que las mariposas también tienen un rango de vida muy corto: una existencia rastrera de orugas y dos días de mariposas popstars.

El otro día fui al inicio de las Fiestas de Bilbao (Aste Nagusia 2009). Pueden imaginarse el despiche que siguió (y que sigue).
Ahora, resulta que entre que caminaba por las calles del Casco Viejo con el actual grupo de panas creado en estas circunstancias, y entre que bebía y veía, llegamos al puente que conecta a Abando con la Plaza del Arenal.
Comenzaban los fuegos artificiales, era medianoche.
De repente, la multitud, bastante excitada y pluta para las horas mencionadas, se quedó en silencio.
Hana-Bi. Flores de Fuego, brillo en la oscuridad.
A los humanos nos gustan (a cualquier edad) los colores. Las cosas que brillan .
BAM BAM
Margaritas verdes, azaleas doradas, abanicos plateados, racimos rosados.
La gente solo miraba. Todos mirábamos, envueltos en el hechizo.
A mi lado, una pareja de amigos se besaba bajo la luz. Como en una película gringa a la Nacido el 4 de julio . Puede que el círculo se rompa pronto. En pocos meses ellos tendrán que tomar decisiones. En pocos meses yo dejaré este paréntesis bendito y volveré a ver que me dice la Llacta de Todos.
Solo puedo agradecer los paréntesis. Un poco pluta, un poco cansada. Ahí. De verdad ahí. Viendo polvo de estrellas. Viéndonos a todos, ¿no es así Willian S. ?

Las luciérnagas se mueren a los siete días. Las mariposas entregan las alas a las 48 horas. Nada dorado perdura, dijo el poeta. Los mejores y los más originales se van dejándonos una sonrisa y el rey de diamantes en las manos.
La felicidad dura lo mismo que un fuego artificial. Llega y se va con la misma intensidad.
Por suerte, al final solo tenemos que cerrar los ojos. Concentrarnos con fuerza y volver a ver a esa multitud de adultos siendo encantados por un poco de pólvora y juegos de luces. Tal vez no somos tan complicados, cínicos y hedonistas. Tal vez no somos tan diferentes.
Tal vez (bajo la luz, bajo la noche), no estamos tan solos.

martes, 11 de agosto de 2009

Trenes




Llegó el verano a Europa.
Hace dos días, estaba en un tren camino a Bilbao, donde resido temporalmente por una beca de estudios.
Y verán...
Era uno de esos momentos en que todo parece la escena de un libro. Uno de sos instantes anónimos que la pluma de un buen escritor puede volver pura magia. La femme fatale francesa que leía una revista de farándula con sus largas piernas sostenidas por el asiento contiguo. La pelirroja de gruesos anteojos que sonreía leyendo un libro que hablaba sobre hablar con Dios. La pareja anciana durmiendo con la manos enlazadas.
Y yo.
Yo envuelta en un chal y con un libro de Murakami en las manos, mientras el sol se escondía detrás de los cerros boscosos del País Vasco.
Sobreviví.
Como antes comenté hace algunos meses (poco antes de llegar a España), di este blog por terminado. La depresión (ese perro negro que uno saca a pasear de vez en cuando) me arrastró de su cadena. "El gen del bajón", dice una amiga mexicana. Tal vez, no lo sé. La tristeza es un terreno desconocido, pero visitado por todos.
En el tren pasó algo raro... decidí retomar este blog. Esta vez de verdad.
Vuelvo a él porque necesito mostrar el mundo a través de mis ojos, y decirles a todos ustedes (los que pasen por aquí)cómo es ese extraño trozo de universo en el que habito. Necesito expresar el por qué creo que la belleza y el horror nos redime y nos libera. Tengo que decir cómo el hecho de estar aquí me hace sentir, algunas veces, infinita.
También, porque me encanta escribir. Porque es lo que he hecho desde hace años, para mal vivir y para vivir. Para ambas cosas.
Así que aquí me tienen de nuevo. A ver qué sale de todo esto. A ver qué viene; porque vuelvo a subir al tren, Internet. Inicio el 11 de agosto con nuevo blog. Hace poco cumplí 28. Hay lluvias de estrellas esta semana.
Y el perro negro está atado, mirándome con ojos tristes (¡el muy cabrón!). Trato de no darle de comer.
Que se muera de hambre. A mí me gustan los gatos.

martes, 10 de marzo de 2009

Adios Nonino (una ovación de pie para un mago)

Miren, he estado alejada de este oficio del blog desde hace algún tiempo. Le he echado la culpa a las cosas de la vida, a las cosas del trabajo, a las cosas del estudio y a las cosas de este viaje que me ha alejado, pero que al mismo tiempo me ha reconstruido de a poco. Cosas que hoy son ínfimas.

Hoy no se trata de mí.

Hoy me enteré que el el mundo perdió un Mago. Por locuras de la vida, este Mago y yo compartimos un paréntesis maravilloso: un Allí que siempre tengo en el corazón. El Mago (anteojos, sombrero, cayado) creó un reino en ese lugar. Lo pobló de personajes, condes, trucos, ventanas, malabares y animales exóticos.

Hoy, me enteré que el Mago hizo una reverencia y se fue sin decir adiós. Materializó unas monedas de la nada y cruzó la laguna.

Como buen prestidigitador, sé que él logrará que la energía se transforme y no se destruya. Sacará un as de la manga y estará esperando. Allí. Allí.

Todavía no aprendo a hacer malabares, Mago. Todavía no sabes lo importante que fuiste (y eres) para mi historia. Para la de todos los que vivimos en nuestro Allí.

Tengo una canción para ti, Mago. Muy escuchada, muy usada, tal vez. Sin embargo, representa perfectamente ese hogar que tuvimos fuera del tiempo. Un sitio en el que siempre estarás para mí. Tú puedes visitarlo si quieres, y si tienes tiempo.

Adiós Nonino. Buen viaje.

domingo, 25 de enero de 2009

¿Y si hubiera una guerra y nadie quisiera pelearla?

El médico se llama Izaldin Abul el Yesh. Se lo conoce como un activista por la paz entre palestinos e israelíes. Habla perfecto hebreo y ha recibido entrenamiento médico en Israel. Además, trabaja en un estudio sobre el efecto de la guerra en los niños de Gaza y en los israelíes.

El 16 de enero, una bomba israelí mató a su sobrina y a tres de sus cinco hijas.

El médico, que había actuado días antes como un improvisado corresponsal para los medios israelíes, anunció las muertes en vivo y en directo. Mientras tanto, el Primer Ministro israelí decía que "lloró las muertes", mientras volvía con la cantaleta de que "los terroristas bombardean a Israel desde las casas de Gaza". Al igual que se atreve a decir que las escuelas palestinas son polvorines y que los niños y mujeres muertos fueron escudos humanos usados por el eje del mal.

Miren, yo aquí no voy a apoyar a ningún bando. Creo que ambos pueblos, palestinos e israelíes, tienen su legítimo derecho a existir y a tener un sitio en el mundo. Sin embargo, me indigna toda esta mierda de violencia a la que hemos que tenido que asistir desde diciembre. Me cabrea el uso indiscriminado del poder y mucho más los grititos de ahogado de la ONU que no se anima a mover un dedo hacia Israel para evitar tamaña carnicería. Igualmente, también me tienen harta los mocosos que gritan a todo pulmón la muerte a los judíos, de la misma manera en que lo hicieron unos inombrables hace unos sesenta años. Me agota hasta las náuseas esta actitud de ojo por ojo que solo nos ha llevado a lo que hemos visto en las pantallas.

Cuando me entero de casos como los de Abul el Yesh me entran ganas o de botar todos estos estudios de cooperación que estoy haciendo o de meterme con más ánimo a tratar de hacer algo... lo que sea. No puedo decirles cuál causa es la justa en todo este desbarajuste. Lo que sé es que ambos pueblos han sufrido demasiado. Unos están paranóicos desde que Auschwitz se asomó como un infierno en la tierra. Los otros, en cambio, están abrumados por el desprecio, el racismo y el despojo. Tanto dolor solo conduce a la violencia y a la venganza. He ahí el estado de cosas.

El otro día pensaba, mientras veía en la televisión las imágenes de un grupo de niños heridos en Gaza, que a fin de cuentas una parte del problema está el no reconocer al otro. Si sacamos del panorama, durante un momento, al desalojo ancestral y al derecho de tierras, tanto las madres palestinas como las israelíes quieren a sus hijos en casa para cenar. Las noches de Gaza e Israel están bajo las mismas estrellas, mientras que los amigos, en ambos casos, se saludan con un shalom/salam.

Con distinto sonido, la palabra significa paz.

¿Evitaría una guerra el hecho de que un soldado se encuentre a sí mismo en los ojos del otro? Si eso pasara ¿caerían las armas?

No sé si una respuesta positiva a ambas preguntas puede detener un tanque, pero a veces fantaseo con la idea.

Shalom... Salam

domingo, 11 de enero de 2009

Reconciliación con las fiestas... y esos amables desconocidos


No he podido escribir durante toda las fechas de las Navidades, Años Nuevos, Reyes Magos y Olentzeros (el Olentzero es un carbonero que trae los regalos a los niños vascos. Si se portan bien juguete... sino, carbón y probablemente una mandada a la mierda en euskera).


La cosa es que un día de diciembre dejé mi Residencia Unamuna y me fui pa Salamanca. Seis horas de autobús, cruzando las montañas y llegando a las planicies de Castilla. Seis horas damas y caballeros, seis horas en que pensé muuucho sobre mi vida y qué diablos voy a hacer cuando regrese de mi aventura vasca. Seis horas en las que me dolían cada uno de mis huesitos. Seis horas en que me pegué a la ventana como mosca porque estaba nevando y era lo más bacán del mundo.... hasta que llegué a la entonces soleada Salamanca.


Y qué les voy a decir. Es un sitio bacanshishimo. Es la cuna de la españolidá, con toros, banderas rojas y amarillas, y la Universidad of curs. El problema es que hacía un frío del hijuesumadre. No estoy hablando del frío de Bilbao que es algo así como "¡Qué hijueputa frío!", sino un frío en el que llamas a tu mamá. Les juro.


Claro, al inicio no me importó así que me lancé con mi anfitriona (querida amiga de toda la vida que estudia en Salamanca) y nos fuimos a bebere y a conocere la ciudad. Todo bien. Luego, al otro día, fue mi cena de navidá, y me colé subrepticiamente en una fiesta (celebré con una dominicana, un salvadoreño, dos peruanos, un mexicano, mi pana ecuatoriana y un panameño). Cochinillo, langostinos, melón, jamón serrano y ocho botellas de vino para ocho personas. Brindamos por el hecho de celebrar con amables extraños. Es bueno ser rey.


Todo iba de maravilla. Conversé con mi amiga de todo un poco, y de cosas que uno conversa cuando tiene todo el tiempo del mundo para parlare con una compinche de viejos tiempos. Luego, la cosa se puso extrania, así... extraNIA. Estaba con muuucho cansancio. La vida estaba pesada, la gente y las cosas tenían el ritmo de la voz de la profesora de Charlie Brown. Así estaba el ambiente cuando volví a mi hostal el día 26 de diciembre. Ujujuy.


La cosa es que estaba viendo el History Channel (primera vez en dos meses que veía la tele), cuando de repente. CHA CHAAAAN. Empecé a volar en fiebre, y menudo trip que me pegué ese rato. Llegué a pensar "carajo, me voy a morir en Salamanca... ¡eso es glam!". Estuve un rato así, en esos momentos de iluminación cuando todo te vale porque no tienes fuerzas para moverte. Hasta que llegó la salvadora llamada de navidad en que mis dos galenos personales (léase padre y madre) me recetaron por teléfono, mientras yo en mis delirios les preguntaba "por una manera natural para quitar la fiebre". ¡Hala!


Cuando me di cuenta que, de hecho, era malo tener fiebre (39 grados... mis viejos huesos no pueden con eso), me fui a comprar mi medicina... no me la querían vender sin receta. Ofrecí hacer una llamada internacional para salir de dudas. La mujer me vio en desesperación y fiebre y me dio mi dosis. Estos dealers.


Al día siguiente, medio en delirios, me subí al bus a Bilbao. Seis horas en que nuevamente analicé mi vida, mis cosas, todo regado de la estupidez que te trae la fiebre. Maravilloso.


Cuando volví a mi Unamuna Residencia. No había Internet... No había agua caliente... y el edificio parecía el Hotel de The Shining. Me convertí en Jack Nicholson.


Así que me quedé en cama hasta el 2 de enero. Una buena amiga peruana se quedó acá un par de días y me cuidó durante los primeras horas críticas, cuando yo maldecía al universo, al invierno y a cualquiera que se me pasara por delante. Y leí, leí mucho. Dos libros de Haruki Murakami, un ensayo sobre Mishima de Marguerite Yourcenar, los cuentos completos de Cortázar, Paul Auster, una novela malísima de Federico Moccia, un libro sobre Seguridad de la Unión Europea, un libro sobre el conflicto de Darfur y un ensayo acerca de E.E. Cummings. Al menos creo que salí más sabia de la enfermedá.


No tenía saldo del cel, por cierto... Así que la incomunicación era total. Casi, casi fue un experimento social. Hasta que el día 2 de enero de 2009, saqué mis huesos de la cama y volví al mundo. Estoy más flaca, perdí un poco de color, y cené comida china para el 31 de diciembre, cuando mi panita peruana celebró conmigo el cambio de año. La vida es extraña.


Supongo que recordaré estas fiestas para siempre. Entre la incomodidad, el bicho salmantino que me atacó y la soledad, me he dado cuenta que no quiero pasar otro fin de año en total calma, en esa rutina que le agarra a uno de saber qué hacer y con quién pasar. Me conecté con completos desconocidos que me trataron como famillia, y que me cuidaron como familia cuando estuve mal y sola cuando todo el mundo (se supone), debe estar en casa y bien.


Me gusta saber que la gente puede ser tu familia, toda la gente. Ya no me siento tan Grinch, excepto tal vez por el color.


Y con este mensaje a la conciencia, me voy a caminar. Hace sol, la Ría me llama y el Guggenheim brilla en la luz. Hacen dos grados. Agur.