miércoles, 26 de agosto de 2009

Those damned Panda snippers never learn...




1984
El gran hermano te vigila.
Cuidado con comer demasiado.
Cuidado con andar por las calles diciendo lo que piensas.
Tengo miedo de quedarme sola y/o solo ¿no es así?
Cuidado con los grandes estadios llenos, cuando el ojo de Saurón te mira directo.
El tercer ojo ya no funciona como antes.
Quedito, quedito... Muy quedito.

Those damned Panda snippers never learn.

No subas más kilogramos.
No te quedes sin carrera, porque si no ¿qué vas a hacer de tu vida?
No dejes de comprarlo, porque si no ¿quién chucha vas a ser?
Dile que sí a la camiseta rayada, dile que sí a la boina. Rojo, verde, estrella.
Porque si no ¿quién te va a temer?
Si no te temen, no eres nadie. Nadie dentro del estadio y la multitud.
Solitico, no eres nadie, ¿no es así?
Cágate de risa, tomate tu cerveza, aunque por dentro solo quieras acurrucarte y dormir. De lo contrario, atente a las consecuencias.

Those damned Panda snippers, never learn.

El viento vive en catatonia, estos días.
Vive en jaulas de plástico para el microondas.
El lager anda por ahí, disfrazado de Nike y supermercado.
¿Esto es un hombre?
O nos venden el gulag con cara de derechos y Estado.

Those damned Panda snippers never learn...

Así que anda despacio, mira por las rendijas, si quieres.
Es tu derecho.
Pero podrías andar con caramelos de colores en los bolsillos.
Llevar una cometa en la cartera.
Dibujar pájaros en los árboles, porque esos no están prohibidos.
Luego nos podemos juntar todos. Cagarnos de risa frente a tanta mentira.
Soltar las cometas, comer los caramelos, leer libros, pensar, estar, mirar, sentir, decir, cuestionar.

Pero tenemos que andar con cuidado con los sabios, con los discursos, con los de las cuentas, con los de los libracos cánones. Sé que ya no parecen tan importantes. Solo son juguetes, producto de un dibujo animado. Francotiradores vestidos de ideología y/sin/con mercado. Tan ridículos como si estuvieran disfrazados de Pandas.

Eso sí, activa el tercer ojo. Ya sabes...


Those damned panda snippers never learn.

martes, 18 de agosto de 2009

Fuegos de artificio


Las luciérnagas solo viven siete días.
En algún lado leí que las mariposas también tienen un rango de vida muy corto: una existencia rastrera de orugas y dos días de mariposas popstars.

El otro día fui al inicio de las Fiestas de Bilbao (Aste Nagusia 2009). Pueden imaginarse el despiche que siguió (y que sigue).
Ahora, resulta que entre que caminaba por las calles del Casco Viejo con el actual grupo de panas creado en estas circunstancias, y entre que bebía y veía, llegamos al puente que conecta a Abando con la Plaza del Arenal.
Comenzaban los fuegos artificiales, era medianoche.
De repente, la multitud, bastante excitada y pluta para las horas mencionadas, se quedó en silencio.
Hana-Bi. Flores de Fuego, brillo en la oscuridad.
A los humanos nos gustan (a cualquier edad) los colores. Las cosas que brillan .
BAM BAM
Margaritas verdes, azaleas doradas, abanicos plateados, racimos rosados.
La gente solo miraba. Todos mirábamos, envueltos en el hechizo.
A mi lado, una pareja de amigos se besaba bajo la luz. Como en una película gringa a la Nacido el 4 de julio . Puede que el círculo se rompa pronto. En pocos meses ellos tendrán que tomar decisiones. En pocos meses yo dejaré este paréntesis bendito y volveré a ver que me dice la Llacta de Todos.
Solo puedo agradecer los paréntesis. Un poco pluta, un poco cansada. Ahí. De verdad ahí. Viendo polvo de estrellas. Viéndonos a todos, ¿no es así Willian S. ?

Las luciérnagas se mueren a los siete días. Las mariposas entregan las alas a las 48 horas. Nada dorado perdura, dijo el poeta. Los mejores y los más originales se van dejándonos una sonrisa y el rey de diamantes en las manos.
La felicidad dura lo mismo que un fuego artificial. Llega y se va con la misma intensidad.
Por suerte, al final solo tenemos que cerrar los ojos. Concentrarnos con fuerza y volver a ver a esa multitud de adultos siendo encantados por un poco de pólvora y juegos de luces. Tal vez no somos tan complicados, cínicos y hedonistas. Tal vez no somos tan diferentes.
Tal vez (bajo la luz, bajo la noche), no estamos tan solos.

martes, 11 de agosto de 2009

Trenes




Llegó el verano a Europa.
Hace dos días, estaba en un tren camino a Bilbao, donde resido temporalmente por una beca de estudios.
Y verán...
Era uno de esos momentos en que todo parece la escena de un libro. Uno de sos instantes anónimos que la pluma de un buen escritor puede volver pura magia. La femme fatale francesa que leía una revista de farándula con sus largas piernas sostenidas por el asiento contiguo. La pelirroja de gruesos anteojos que sonreía leyendo un libro que hablaba sobre hablar con Dios. La pareja anciana durmiendo con la manos enlazadas.
Y yo.
Yo envuelta en un chal y con un libro de Murakami en las manos, mientras el sol se escondía detrás de los cerros boscosos del País Vasco.
Sobreviví.
Como antes comenté hace algunos meses (poco antes de llegar a España), di este blog por terminado. La depresión (ese perro negro que uno saca a pasear de vez en cuando) me arrastró de su cadena. "El gen del bajón", dice una amiga mexicana. Tal vez, no lo sé. La tristeza es un terreno desconocido, pero visitado por todos.
En el tren pasó algo raro... decidí retomar este blog. Esta vez de verdad.
Vuelvo a él porque necesito mostrar el mundo a través de mis ojos, y decirles a todos ustedes (los que pasen por aquí)cómo es ese extraño trozo de universo en el que habito. Necesito expresar el por qué creo que la belleza y el horror nos redime y nos libera. Tengo que decir cómo el hecho de estar aquí me hace sentir, algunas veces, infinita.
También, porque me encanta escribir. Porque es lo que he hecho desde hace años, para mal vivir y para vivir. Para ambas cosas.
Así que aquí me tienen de nuevo. A ver qué sale de todo esto. A ver qué viene; porque vuelvo a subir al tren, Internet. Inicio el 11 de agosto con nuevo blog. Hace poco cumplí 28. Hay lluvias de estrellas esta semana.
Y el perro negro está atado, mirándome con ojos tristes (¡el muy cabrón!). Trato de no darle de comer.
Que se muera de hambre. A mí me gustan los gatos.