Mirando al mundo desde la miopía. Libros, café y una relación disfuncional y codependiente con el Universo.
viernes, 2 de octubre de 2009
Conversando con el Freud que tengo aquí... cerquita del páncreas.
Mi querido señor Freud,
Ayer soñé que me rodeaban un grupo de niñas en vestidos verdes, rosados y amarillos. Como un comercial malo de ese shampoo que dícese ser solo para enanos. You know which one.
Luego me desperté y soñé que me vi dormida. Yo movía entonces mi "mano" y mi mano (la de verdá, verdá) no se movía. "Claro", dijo la Gilda el sueño, "probablemente es por el círculo".
Me desperté. Ahora sí, de verdá verdá.
Mi pana Sigmund, seguro que esta es una de las razones por las cuales necesito terapia ¿no es así?.
Siempre digo en esta cosa blog (sí, ya sé, esa verbalización de mi incipiente esquizofrenia) que soy un extraño ser. Cada día estoy más convencida de ello, por cierto.
Ya, ya... lo sé compi loquero famoso. Todos tenemos pequeñas manías y rarezas, esos detallitos molestosos a los que uno quiere sacarles la lengua. El tipo que no te mira a los ojos cuando estás hablando, el amargado en el cual la ley de Murphy es más bien un teorema indiscutible, el guardia de seguridad que se cree reencarnación del Ranger de Texas, cuando en realidad es Sledge Hammer. El caballero misógino/misántropo/mipuntossuspensivos cuyos comentarios rozan las páginas de Mein Kampf. Vieras, mi pana, todas esas estrellas del jolivú. ¿Cuál Hollywood? Se dice JOLIVÚ Herr Froid. Sip.. FROID. Así... no, tranquilo, no dije Frodo. Froid, Froid. Tu tranqui.
En todo caso, mi buen Freud (viste, soy buena y te llamo como quieres) yo no me puedo desligar de semejante hecho. Ser molestos para alguien es una de las condiciones de la raza humana. Desde Bush hasta la Madre Teresa, todos tenemos un cachito de parte amarga que la gente quisiera escupir. Como el regaliz o el café pasado.
¿O será que me paso analizando demasiado las cosas? ¿Será que me fijo demasiado en el afuera, pero lo que descuartizo, más que vivirlo? (No me mires así, Sigmund).
Últimamente creo que me paseo mucho en el armario narniano que es mi cabeza (y me disculpo por usar una metáfora proveniente de uno de mis libros favoritos, arruinado por Jolivú). Estos días me siento una cámara de vídeo, o mejor, una de esa máquinas de polaroids. Luego... mis sueños extraños. Joer.
Me dices que no soy material de Girl, Interrupted. Estoy conciente que tampoco tengo el glam de Jack Nicholson, aunque puedo hacer muy buenas imitaciones de su face. No obstante, creo que ahora sí (y ya lo dije antes) tengo que empezar a ponerme en orden. No voy a terminar con la fauna y flora de mi lóbulo frontal, hipotálamo y companía (NEVER), solo voy a tratar de tomarme con más calma la estratósfera que me rodea y a todos sus felices e infelices seres. ¿Que dices, Sig?
No sé si deje de soñar cosas tan raras. Eso sí, supongo que yendo con calma, bebiendo agua, respirando y poniendo todo en perspectiva (agréguese un poco de sal y práctica), yo pueda caminar más ligera, sin zapatos. En un sitio fresco. Verde. Azul. Amarillo. Saltando piedras por ahí.
Sé que todos tienen en su cámara interna un sitio así. ¿Verdad Froidito?
Bueno, ya no te enojes. No te vuelvo a decir así. Tengo que ir a desayunar. Suerte con la interpretación de los sueños. Pórtate bien. Regards a la libido.
Danke
G.
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1 comentario:
Yo creo que los sueños son interpretaciones de la realidad en clave simbólica. Mantente atenta a ese canal
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