lunes, 17 de diciembre de 2007

Son tiempos malos para los soñadores



Son tiempos malos para los soñadores, dicen por ahí.
Eso es lo que han repetido desde que los soñadores existen.

Se acerca el cumpleaños apuntado de Jesús y el fin del 2007. Eso significa consumismo desenfrenado, embotellamientos, y rídiculas propagandas Barney de "te quiero yo y tu a mí... si hay una tarjeta de crédito de por medio".

Regalos, regalos. Hay regalos que das por cariño, otros que das porque tienes que darlos, y porque "quedas mal" si no los das; la verdad es que los de Navidad son algo siniestros de vez en cuando. Todo es parte del ritual, que viene cargado de contrastes económicos durísimos, y discursos de solidaridá de momento.

A toda la comparsa, se aumentan los detalles: el muñeco del año viejo que se quema en una orgía de abrazos, gritos y patadas circulares, el avechucho seco, insípido y cuasi mitológico que llaman pavo, el árbol de navidad con todos esos bombillos propensos al suicidio (se rompen de solo mirarlos), y el pesebre, el cual en la casa de mi abuelita incluye a seres como un pterodáctilo de plástico, un soldadito de cinco centavos, una vaca fisher price que parece Godzilla al lado de San José y un ángel con un ala rota. Para que vean que el iconoclasmo vive.

Cuando uno es chico te meten el cuento, muy Disney, de que todos los sueños se hacen realidad en ésta época. Luego creces y te das cuenta de que eso es puro marketing. Sin embargo, ¿saben qué? Yo quiero pensar que lo que se desea tiene el chance de hacerse realidad. Sé que si tú trabajas por ello en algún momento debe suceder, pero creo que existen instantes mágicos y un toque de las fuerzas del Más Allá que te hechan una mano de vez en cuando.

Espero que los 365 días tengan esos paréntesis mágicos, pues no concibo que los milagros solo trabajen jornada única decembrina. Tengo la esperanza de que ninguno de nosotros se quedará viendo lo que desea a través de la ventana (como Holly en la foto del post... me encanta Audrey Hepburn :)), y que lograremos al menos un alto porcentaje de nuestras ilusiones. De todas maneras, nuestros sueños están al otro lado de una delgada ventana. No tenemos que robarlos, solo tomarlos e irnos, como legítimos dueños. Ese es mi propósito de año nuevo: pasar al otro lado de la ventana. Vivir con más ganas, sin miedo. Tomando un café frente al mundo, segura de mí misma.

Quiero seguir soñando, pero con los pies en la tierra.
Son tiempos malos para los soñadores, dicen por ahí.
¿Y a quién le importa lo que el resto diga?

Un ojo por aquí: si los dioses me son gratos, me iré de viaje durante estas fiestas (ojalá, ahí les contaré), por lo que no podré escribir mucho estos días. Felices fiestas gente, entonces. Disfruten del descanso, su familia. Si quieren, también pueden comerse al avechucho.