lunes, 19 de noviembre de 2007

Exijo una devolución de mi fin de semana, ¡ahurita!


Mi plan siempre fue actualizar el blog, al menos, una vez a la semana. Esta vez, no obstante, circunstancias más allá de moi evitaron tal propósito. Bueno, el punto es que casi muero. Allí estaba yo, el día viernes, tomandome unas cervecillas por la Calama, jugando 31, y como nunca, ganando (mi carrera como tahúr terminó antes de comenzar). De repente, pues que me he convertido en la Dama de las Camelias (toda débil, ojerosa y sin ilusiones), se me bajó la presión, la temperatura e hice Ctrl Alt Supr.. hice Reset. Sin actor de cine al rescate, lo peor de todo.

Estuve, por lo tanto, todo el fin de semana en cama, pidiendo perdón al Universo por pecados propios y ajenos... Creo que pedí disculpas hasta por la Guerra de Irak. Jebús, eso dolió. George W., me debes una.

Dicen que fue el estrés... Dicen que fue un proceso viral... o la mala suerte. La cosa es que aún arrastro los pies, me duelen las articulaciones, y la comida no es mi amiga; pero, como la Señora del disco Gloria Gaynor dice, "I will survive". Por suerte (¡GRACIAS!), mis panas me acolitaron ese día la bola. Merci :) Sois grandes. Ludo, si lee esto, no se preocupe, tutto bene.

Me había olvidado de lo que implica una clásica enfermedad que se respete. Una de esas que no te van a matar (Dios nos libre), pero que es capaz de botarte a la cama y mantenerte allí mientras tu te debates entre el dolor y el asco en general al mundo. Esas en las que te dedicas a contar las grietas del techo, a tener pensamientos depresivos, a hundirte en la laguna de la autocompasión y a recontarte los chistes malos que oyes en las fiestas... Un momento de dolor en el que pierdes la fe. Entonces, citando a una buena amiga, la única confianza que te queda reside en las habilidades acrobáticas de Jackie Chang. Y en la patada circular del Ranger de Texas, por supuesto. No podría traicionar a Chuck Norris en un momento así.

Claro, cuando se te acaban tus referencias a la cultura pop de cuarta te resignas y te pones en modo de activismo propio. La enfermedad hace que uno se encuentre con uno mismo en esos momentos en los que fingirías demencia si te encontraras contigo en esas condiciones: "No le conozco a esa man. ¡Quien será oye!". Todo esto será, seguramente, una de las razones por las que voy a necesitar terapia en el futuro... Si no la necesito ahora. ¡Malditos jungianos!
Pero, por suerte, ya estoy mejor, así que en en próximas entregas les contaré cosas más allá de mi afiebrada cabeza, mis achaques, y mis desvaríos. Por el momento estoy a dieta de sopa, agua pura y esas galletitas integrales que no merecen su nombre. Es como el café descafeinado... ¡Puaj!

Les deseo salud señores, que no les toque una de estas, porque la que se ganó el título de Dama de las Camelias soy yo, y pienso, por el bien de otros, quedarme con el título un buen tiempo.