sábado, 22 de noviembre de 2008

Real Politik


Me dicen que afuera el Mundo se ha vuelto un un relajo de polos de poder, en el que cada vez es más difícil tener certezas; adivinar qué va a pasar mañana.


Me dicen que cada día es más fácil saber dónde está uno u otro, y qué se está haciendo a kilómetros de ti mismo, todo a través de una pantalla omnipresente, omnipotente, omnisciente.


Me dicen que se puede salvar el mundo con cuatro discursos y un sistema de cooperación mutua.


Me dicen que hay gente que cree que con una canción y unos zapatos viejos uno se salva de ser parte de este todo y nada.


Me dicen que al otro lado del charco, gente celebra porque un mestizo, medio musulman, hijo de migrantes tomó el puesto de so called rey del mundo. Me dicen también que gente caminó, marchó y vio la cima de la montaña y fue libre al fin para ver esto... Yo no soy tan optimista.


Me dicen que la gente baila los bailes de todo el mundo, pero ya no sabe cómo se baila en su propia ciudad. Me dicen que la gente anda en pos de las grandes causas, mientras las flores se marchitan en su patio trasero.


Me dicen que el dinero ya es pura ilusión, y que tu existencia está más monitoreada, y al mismo tiempo menos garantizada que nunca.


Me dicen que todos estos hechos son importantes, necesarios, reconocidos, partes indiscutibles de la existencia.
Porque uno tiene que ser un profesional comprometido y responsable. Y sí, puede ser que así sea.


Pero otra voz (pequeña, pero presente), me dice que levante la vista y me fije en la niña del piso del frente. Ella está ahí con su vestido verde, mientras mira a través de la ventana cómo las hojas amarillas de los árboles y las bolsas de plástico vuelan gracias al viento de finales de otoño. Mariposas, monedas de oro, aves surrealistas frente al cielo azul y el sol que no calienta. La vida colándose entre el concreto.
Oigo que eso es importante, necesario, reconocido, parte indiscutible de la existencia... porque es imprescindible.

Lo único que te hace un ser humano comprometido, responsable.
Y así, las cortinas se quedan abiertas.