martes, 20 de abril de 2010

¿Todavía hay alguien en el acelerador de partículas?



Buenas,

Me pregunto si todavía hay alguien leyendo estas cosas raras que escribo. Llevo ya algunos añitos con este blog, unos meses más productivos que otros, eso sí. Circunstancias personales y la vida hacen que uno se olvide de estas cosillas que nos ayudan a seguir alzando la cabeza, en tiempos tan... así... como los que vivimos.
¿A que no soy un ser de luz y positivismo? Siento la nota oscura de inicio del post. Es el día.

En todo caso, les puedo contar que conseguí un trabajo, que estoy yendo por la vida en un rumbo incierto, que el regreso me pegó duro, y que a veces extraño Plentzia. No sé por qué, pero cuando pienso en Euskoworld, la playa de Plentzia es lo primero que aparece en mi cabeza. Creo que fue porque en pleno inicio de primavera (y con el frío de achachaiiii, que hace allá en esa época), me fui de paseo improvisado por esas zonas. Tengo ese día clavado entre pecho y espalda. Me acuerdo de ese día como el recuerdo de un amor viejo. No sé. Perdón por la cursilería.

Tal vez todos tenemos una papelera de reciclaje. Vivimos todos los días momentos buenos y malos. A veces, uno existe en una luminosidad casi insoportable, y uno está consciente que ese momento se te va a ir de las manos. Es posible que esos minutos se queden en algún sitio; no hablo de la memoria, porque la memoria tiende a distorsionar información y poner flores, duendes y colores donde no habían (todo muerto es bueno, ya se sabe). Creo, más bien, que hay un espacio en el universo donde esa energía de la felicidad se queda guardada. Happiness Recycle Bin.

Ojalá exista. Así podemos dejar lo malo y recoger lo bueno. Espero que algún día pueda cerrar y abrir los ojos y volver a estar en Plenzia. No en la real, sino en ese lugar que llevo en el shungo corazón. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas malvadamente incógnitas, solo puedo esperar y no desesperar.

... y ojalá todavía estén por ahí.